Los Amos Locos. Una pausa merecida

Al toparse con un estilo de vida que comienza a occidentalizarse, Jean Rouch decide mostrarnos lo que los habitantes de Accra, regidos por el colonialismo inglés, hacen para salir, por un breve tiempo, de esa cotidianidad.

Es la ocasión en la que se permiten dejar sus vidas rutinarias mediante una especie de juego con un lenguaje común en el que existen nuevas reglas, pasan a convertirse en aquello que la sociedad jerarquizada no los dejaría. Esta vez son ellos los amos.

Es de resaltar el manejo de la cámara que nos adentra al ritual de los Haukas gracias a los plano secuencia que llevan al espectador muy de cerca y a ritmo adecuado a acompañar a los protagonistas en su trance y en su preparación para éste, por ejemplo cuando caminan en círculo antes de conseguir el trance, la cámara captura múltiples veces a los Haukas lo que nos adentra en su andar repetitivo pre-transitorio.

Los planos se van abriendo conforme el trance comienza, el mismo narrador va describiendo que comienza por el pie, continúa al resto del cuerpo, etc, y así mismo la cámara va mostrando al poseído manteniendo  una estrecha relación entre lo ocurrido y la forma de mostrarlo.


Los amos locos es la muestra de lo que se puede llamar una pausa que los Haukas se dan para jugar a ser lo que no son en su vidas cotidianas. Rouche retrata a estos adultos cuidando los detalles para involucrar al espectador en la dinámica de los retratados, permitiendo una conciencia sobre la inconformidad pasiva que presentan los Haukas ante una vida regida por el colonialismo y  la necesidad de romper tal pasividad al menos alguna vez.



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