The Smeel of the Burning Ants 1994- Jay Rossenblatt


Boys will be boys

Qué no sería el olor de las hormigas quemándose sino una sensación de molestia y tan penetrante que dañara. Y es que tanto el olfato, como la vista, o la memoria, pueden conseguir darte un sabor de boca amargo.
Los vestigios de un acto salvaje donde inevitablemente se encuentra el atormentador y el atormentado (el atormentado muerto) se presentan en una metáfora que esconde un ser crecido, un hombre, a través de ése muchas veces doloroso proceso que es crecer y las inevitables pruebas, muchas veces de apariencias, que distinguirán un dominante de un dominado.


“A child is told to smile, he does not feel happy, actually, he’s sad…but nonetheless he’s told ‘Smile, it wont’t kill you’ but in fact, it does”. 

  











Reglas no escritas de lo que se debe ser, o aparentar ser, y lo que no: “Boys become boys in large part by not being girls…. later he will be with women and feel what he has been robed of”.

“A boy is told not to cry” entonces quizás debiera ser el dominante, el totalmente opuesto, pues si no se puede ser el que llora quizás se tenga que ser el que golpea, el que llegase incluso a disfrutar del sadismo como escape del coraje provocado por la condena a estar atrapado entre el olor de las hormigas quemándose.


También habla sobre la Violencia y la agresión, cómo ésta les da a los varones un cierto estatus de poder y es una actitud que representa lo contrario a las “actitudes femeninas” lo que da otro punto de distinción entre “el sexo fuerte o dominante” y “el sexo débil”. Si no se llega a tanto como una violencia explícita al menos hay ciertas prácticas como los juegos “masculinos” que conllevan un grado de agresividad, juegos rudos catalogados para varones.


Hoy en día esas distinciones entre actividades de hombres y mujeres no son tan graves como antes, algunas hasta se consideran anticuadas, pero no se puede negar que sigue existiendo una gran distinción. Los mismos targets de consumo están enfocados a unos o a otros (Ciertamente éstos agrupan todo lo que pueden) pero me parece que en el inconsciente colectivo aún no se han logrado superar en gran parte los encasillamientos (absurdos) entre lo que debiera hacer un sexo y el otro, por lo que el ejercicio de Rosenblatt es actual y reflexivo. Estaría interesante ver la contraparte femenina.













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